martes, septiembre 13, 2005

La

memoria me falla a menudo, nunca sé donde dejé las llaves y siempre confundo los nombres, Victor por Javier, Marcos por Omar. Dice alguien que es porque nunca me detengo a saborear la vida, al igual que las botellas de cerveza, que me acabo de dos tragos, así se me van los días y no me doy tiempo de encontrarle el sabor.

No creo que séa cierto.

Hay cosas en mi memoria que no se borran. Como esa mujer de la cual no recuerdo el nombre, ni siquiera si su cabello es negro o castaño. Pero recuerdo que tiene la voz gruesa y fuma cigarros suaves, en una época que yo fumaba aún delicados (Cuando estabán hechos con papel arroz) y no sabía bien que hacer con mi voz y mis palabras.

Igual que ahora.

La ví una sola vez, yo estaba viajando de mochila y había pasado todo el día caminando en una ciudad con mar que me era casi desconocida, en esa entonces no viajaba con cámara aún. Me habían invitado a una fiesta en la noche, así que llegué a la estación de autobuses y en los baños me lavé como pude en el lavamanos, me puse una camisa limpia y arrugada, casi igual que la que había traido puesta todo el día porque por esos años yo solo usaba camisas rojas (Eso si lo recuerdo). Después me fuí caminando a la casa de la fiesta, llegué a tomar cerveza y charlar con desconocidos.

Ella llegó después, no recuerdo quien nos presentó, o tal vez no nos presentaron, solamente estuvimos cerca en cierto momento y comenzamos a charlar. Me llamó la atención su voz profunda y que siempre me miró a los ojos. No sé de que color son sus ojos. En ese momento fuí consciente de que yo olía a sudor y estaba quemado por el sol, la arena aún cubría mis botas. No recuerdo de que hablamos, solo recuerdo que hablamos toda la noche.

Yo no podía despegar la mirada de su mano derecha.

Le falta la ultima falange del dedo indice, no lo olvido.

Traté de ser discreto, al tiempo que ella trataba de ocultarlo, fumando con la mano izquierda y haciendo que la derecha huyera de mi mirada.

Pero no pudimos dejar de hablar, de no se que cosas.

Al fin de la fiesta, antes de despedirse, me mostro su mano
-Si, estoy incompleta- declaró, no sé si apenada o enfadada, mostrando el faltante.
-Me parece bonito, terriblemente bonito-

Nos miramos, con un aire de extrañeza y nostalgia adelantada y nos besamos sin despedirnos. ¿O sería que nos despedimos sin besarnos?

Fué hace nueve años que la ví una noche, dos años despues llamó a mi casa una mañana, no sé porqué razón. me sorprendió muchísimo porque ella vivía (Y debe vivir aún) en aquel puerto al que nunca voy. Hablamos media hora, me masturbé mientras hablabamos, pero no se lo dije. Colgamos ambos sorprendidos de que ella hubiera llamado y diciendo que sería muy bueno seguir en contacto.

Tampoco recuerdo de que hablamos esa vez.

A veces me acuerdo de su voz, e inmediatamente recuerdo su mano, de líneas perfectas solo alteradas por la falange mutilada, que la hacía verse aún más perfecta. Más real.

Pero sigo sin recordar su nombre, ni nada más.

4 Comentarios:

Blogger Tramontana dijo...

Me gusta el contraste entre el recuerdo que permanece y lo que se escapa de la memoria. Lo importante contra lo que es prescindible.

14/9/05 08:39  
Blogger Araceli Gallardo Peña dijo...

No me gustaría tener una memoria tan dispersa, pero sé que hay gente así y lo describes muy real en tu cuento, es sólo que soy de esas que los más minimos detalles los recuerdo.. me gusta y cuando no es así me siento frustrada, la memoria pese a no quererlo, poco a poco la voy perdiendo.
Saludos

14/9/05 11:06  
Blogger the drop dijo...

No te recuerdo, pero se que te amé. No se quien eres ni nunca lo sabré pero recuerdo como te extraño. Me extraña no saber porque, pero el recuerdo de tu olor me hace falta terriblemente...

Chido blog

15/9/05 09:03  
Blogger Dharma dijo...

El nombre creo que al final no importa.
¿Qué dejas para las personitas con un dedito más chico de lo normal en el pie? (Aunque con todas las falanges)

18/9/05 15:14  

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