lunes, mayo 16, 2005

Yo soy

Soy un caminante, como se encarga de recordarme cada poco mi pierna izquierda, esa pierna que parece que cambia de tamaño cada dos o tres días, a veces llevando sin pesar el paso de su gemela de al lado, y otros días martirizándome a cada paso que doy cuando me grita dolorosamente que es un poco más corta, no suficiente para que se note, pero si para darme un bamboleo marino a caminar cuando la rodilla se resiste a seguir dando paso tras paso.

Habemos muchos a tu alrededor, si no te pones listo podrías confundirnos con gente que se dirige a su trabajo o vuelve de el, pero nuestro trabajo es justamente ese, caminar, cada quien con una pequeña misión que escoge muy temprano en la vida. Hay algunos que se dedican simplemente a tocar la guitarra para alegrar o entristecer a la gente, o los que escriben poemas en las paradas del bus, con letra pequeñita para que los transeuntes se tengan que acercar mucho a leerlos.

La mía es mover libros de lugar, ponerlos donde la gente los encuentre, normalmente los saco de las mochilas de estudiantes somnolientos o amas de casa distraidas, a veces los robo de las mesas de saldos e las librerías. Si es un libro de Og Mandino o Dan Brown lo tiro a la basura, sin embargo si es uno que valga la pena voy fijandome en el rostro de la gente hasta que encuentro a quien yo pienso que le haría bien leerlo, y despues comienza lo interesante, que es estudiar sus movimientos y predecir donde estará en un par de minutos, para así poder dejarlo en su camino.

Es una vida inútil, igual que toda las demás, pero me queda el gustito de saber que por unos cuantos días alguien será feliz por mi culpa, y de ir de vez en cuando a comer adonde está la chica de los ojos bonitos. Ahí charlo con ella de las canciones que ha escuchado en la calle, y los poemas que ha leído en la parada del bus. Y le digo que un día se va a enamorar de mi, a lo que siempre contesta con una sonrisa y un "quiza...", así soy feliz yo y me olvido por unos días de esta maldita pierna que no quiere funcionar bien.

(Pedro Cañejero)

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Hay días qe sale el sol, y noches que llueve plata. Hay veces que una princesa escucha mis palabras y me responde... Gracias Celia,

Yo Soy

De esas personas de costumbres desacostumbradas, de vida inútil. De ésas que gustan todavía andar por andar y hablar por hablar. De ésas que leen a Benedetti en voz alta en los semáforos y cantan en la cola de los supermercados. De ésas que se cuelan en las iglesias a las cinco de la tarde y se sientan a escuchar el silencio, de ésas mismas que arrancan hojas de los libros y las dejan bajo una piedra sobre los bancos de los parques.

Yo soy de esas personas que todavía comen bocadillos de nocilla por la calle, que escriben ideas en los manteles de los bares, y jamás se acuerdan de dónde las dejaron. Sí, soy de esas que amontonan botellas de cierre hermético para, de vez en cuando, gritar en un papelito el desamor y meterlo dentro, y acercarse a una playa para lanzarlas con todas las fuerzas y
guardar la duda razonable de que quizás, alguien a la otra parte del mundo pueda encontrarlas algún día y soñar que eran para él.

Soy de ésas que a veces paran a cualquier transeúnte de su ciudad para preguntarle cómo se va a la calle dónde vive, que preguntan en los mercados cómo cocinar ese pescado de piel tornasolada que le acaba de enamorar (sin saber nunca si quiere comerlo o pintarlo), de ésas que se detienen en la acera a escuchar a los que tocan la guitarra, que apadrinan los libros
abandonados que, de vez en cuando, encuentran a su paso.

Yo soy de esas personas de sonrisa fácil, de alegría espontánea y tristezas ocultas, soy de ésas que hablan en los ascensores, en los taxis, con los ancianos y con los niños. Soy de ésas que nunca saben muy bien por qué hacen las cosas, que muy a su pesar las cosas le importan, que ni se acuerda del día en que dejó de importarle quien era.

En definitiva, soy de esas personas que les gusta vivir solas pero no soportan comer solas. Y antes de llegar a casa, para en el bar de la plaza, y saluda a los camareros, y pide el menú de siempre, y espera que quizás hoy, venga aquel desconocido que le lee prosas a cambio de un café conversado, que le pregunta por los poemas que ha raptado hoy en el bus y las canciones que ha escuchado, y que le mira a los ojos descaradamente y le dice acariciándole el alma que algún día, algún día, se enamorará de él. Y a ella le gusta su certeza, aunque lo duda, porque en realidad no deja de ser una de esas personas de vida inútil y desacostumbrada.

(Celia Viana Ramirez)

7 Comentarios:

Blogger Ro Lu dijo...

Princesa Radioactiva se ha quedado en silencio una vez más.

Gracias.

17/5/05 07:28  
Blogger Pablo Perro dijo...

Mis dos piernas funcionan perfectamente y hasta hay quien dice que se ven bien. Es la pierna izquierda del caminante de mi cuento la que de vez en cuando se vuelve más corta e incómoda.

17/5/05 08:14  
Blogger Bel dijo...

Jajaja ríndete, nunca vas a convencer a tus lectores de que los protagonistas de tus historias son ficticios... Mmmhhh... interesante oficio el tu.... eeeehhhh el del protagonista de la historia :P

17/5/05 09:20  
Blogger Araceli Gallardo Peña dijo...

Buen cuento
Me has puesto a pensar...nuestra vida puede ser un cuento así de corto verdad?
Me gustaría imaginarme el mío... algo sintetizada, para alguien que no sabe sintetizar es muy difícil

17/5/05 09:35  
Blogger Alfredo dijo...

el cuento de mi vida se define solo en dos palabras..........

vivo soñando

17/5/05 09:56  
Blogger Verónica R dijo...

me gustó su cuento sr.. buen cierre.

saludos.

17/5/05 12:17  
Anonymous Anónimo dijo...

Excelente texto Pablo!
Saludos,
Armando

17/5/05 14:44  

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