La guerra del futbol
La guerra del futbol
Ryzsard Napuscinski – Anagrama
En una serie de relatos o entregas, Ryszard Kapuscinsky describe sus experiencias como reportero en la mayoría de los conflictos del tercer mundo de la década de los sesentas, los primeros capítulos de este libro están dedicados a países africanos, y el ultimo tercio a otros conflictos, en Latinoamérica, el medio oriente, e incluso una poco común mirada al frecuentemente olvidado conflicto en Chipre.
El capítulo que da nombre a este tomo se refiere a la guerra entre Honduras y El Salvador, catalizada por los partidos entre las selecciones de fútbol de ambos países. En esta entrega Kapuscinsky demuestra su habilidad como narrador y su profunda mirada humana al estar inmerso en situaciones de las que la mayoría de nosotros preferiríamos simplemente huir. Con animo no poco suicida insiste en ser llevado al frente de batalla y describe con singular simpleza y elegancia lo que encuentra en el. Muchachos campesinos que nunca en su vida han tenido un rifle en las manos instados por sus superiores a disparar a otros muchachos de los cuales no se diferencian más que por una nacionalidad vagamente definida. Ellos están muy alejados de los ímpetus que desataron la guerra. El desagrado entre los miembros de ambos países que se vuelca en apoyo a sus respectivos equipos de fútbol. Y lo que comienza como solidaridad ante el suicidio de una mártir por un marcador que no favoreció a su equipo. En la tribuna hay muertos y heridos, se inflaman los nacionalismos y el segundo partido se juega a puerta cerrada, El Salvador expulsa de su territorio a campesinos hondureños que no tienen conciencia de pertenecer a uno u otro país, ni un documento que lo demuestre. Inicia la guerra para terminar seis días después y dejar 4000 muertos.
Muchas veces se ha hablado sobre el significado intrínseco del fútbol como una guerra simulada. Donde se enfrentan “Los once de la tribu”, en palabras de Juan Villoro. Kapuscinsky describe como esta batalla simulada lleva a una guerra verdadera, con todos sus horrores descritos por quien la vivió en primera persona, y a pesar de ser extranjero en tierra extraña comprende los motivos del poder y los nacionalismos exacerbados por el simple hecho de haberlos vivido en muchas otras ocasiones, en muchos otros países. Sus narraciones son dolorosamente estéticas, fotográficamente precisas. Cuando el mismo describe la confusión que se vive al no saber de que lado de la línea de fuego se encuentra, es fácil imaginarse este escenario en cien guerras diferentes.
Si acaso algo resta fuerza a esta entrega (A diferencia de otros libros del autor, “Un día más con vida”, “Ebano”) son los capítulos donde se expresa la intención de escribir un libro, una novela que por si misma no cuaja y se siente mucho menos firme que la realidad tan perfectamente retratada. Pero en general la lectura es vertiginosa y envolvente, el periodismo con un toque romántico y trágico que sin duda explica a los que no estamos, ni queremos estar envueltos en un conflicto bélico, lo salvaje que se puede volver el hombre en nombre del poder, el nacionalismo y otras barbaridades.
Ryzsard Napuscinski – Anagrama
En una serie de relatos o entregas, Ryszard Kapuscinsky describe sus experiencias como reportero en la mayoría de los conflictos del tercer mundo de la década de los sesentas, los primeros capítulos de este libro están dedicados a países africanos, y el ultimo tercio a otros conflictos, en Latinoamérica, el medio oriente, e incluso una poco común mirada al frecuentemente olvidado conflicto en Chipre.
El capítulo que da nombre a este tomo se refiere a la guerra entre Honduras y El Salvador, catalizada por los partidos entre las selecciones de fútbol de ambos países. En esta entrega Kapuscinsky demuestra su habilidad como narrador y su profunda mirada humana al estar inmerso en situaciones de las que la mayoría de nosotros preferiríamos simplemente huir. Con animo no poco suicida insiste en ser llevado al frente de batalla y describe con singular simpleza y elegancia lo que encuentra en el. Muchachos campesinos que nunca en su vida han tenido un rifle en las manos instados por sus superiores a disparar a otros muchachos de los cuales no se diferencian más que por una nacionalidad vagamente definida. Ellos están muy alejados de los ímpetus que desataron la guerra. El desagrado entre los miembros de ambos países que se vuelca en apoyo a sus respectivos equipos de fútbol. Y lo que comienza como solidaridad ante el suicidio de una mártir por un marcador que no favoreció a su equipo. En la tribuna hay muertos y heridos, se inflaman los nacionalismos y el segundo partido se juega a puerta cerrada, El Salvador expulsa de su territorio a campesinos hondureños que no tienen conciencia de pertenecer a uno u otro país, ni un documento que lo demuestre. Inicia la guerra para terminar seis días después y dejar 4000 muertos.
Muchas veces se ha hablado sobre el significado intrínseco del fútbol como una guerra simulada. Donde se enfrentan “Los once de la tribu”, en palabras de Juan Villoro. Kapuscinsky describe como esta batalla simulada lleva a una guerra verdadera, con todos sus horrores descritos por quien la vivió en primera persona, y a pesar de ser extranjero en tierra extraña comprende los motivos del poder y los nacionalismos exacerbados por el simple hecho de haberlos vivido en muchas otras ocasiones, en muchos otros países. Sus narraciones son dolorosamente estéticas, fotográficamente precisas. Cuando el mismo describe la confusión que se vive al no saber de que lado de la línea de fuego se encuentra, es fácil imaginarse este escenario en cien guerras diferentes.
Si acaso algo resta fuerza a esta entrega (A diferencia de otros libros del autor, “Un día más con vida”, “Ebano”) son los capítulos donde se expresa la intención de escribir un libro, una novela que por si misma no cuaja y se siente mucho menos firme que la realidad tan perfectamente retratada. Pero en general la lectura es vertiginosa y envolvente, el periodismo con un toque romántico y trágico que sin duda explica a los que no estamos, ni queremos estar envueltos en un conflicto bélico, lo salvaje que se puede volver el hombre en nombre del poder, el nacionalismo y otras barbaridades.
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