Una princesa, un dragón, un poeta, y un cuentacuentos.
Es bien sabido que en los reinos muy lejanos siempre habita una princesa de singular belleza.
Pues en este reino extremadamente lejano habitaba una princesa de una belleza tal, que escapaba a las definiciones de singularidad o pluralidad en primera, segunda o tercera persona. Era tanta su belleza que se rumoraba que tan solo de verla caían los jóvenes y mancebos pretendientes rendidos de amor a sus pies, lo cual era solo un rumor ya que el reino extremadamente lejano estaba tan extremadamente lejos que la mayoría de los pretendientes, jóvenes o viejos, mancebos o vividitos, no se aventuraban a tan difícil jornada.
Sin embargo un poeta aventurero fue llevado al reino tan lejano, sin duda con engaños como promesas de fama y fortuna, o cantidades desmedidas de alcohol, ya que cualesquiera de las mencionadas funcionaban para tentar el paladar de nuestro bardo en cuestión. Hallose el joven poeta frente a frente con la princesa cuya belleza ha sido tan comentada, y como suele sucederle a los poetas frente a las princesas, cayó bajo el embrujo de su lánguida mirada y dulce voz.
Pobre poeta.
Y como los poetas no suelen ser muy agraciados en la faz pero si en el fazer, nuestro héroe se dio a la tarea de endulzar el oído y el corazón de la princesa con palabras tan sacarosas, que el que esta historia cuenta no podría repetir, bajo riesgo de caer enamorado de si mismo.
Y la princesa amó al poeta.
Como era de esperarse la princesa estaba resguardada por un cruel ogro, de fealdad y malevolencia tan extrema que el poeta y el cuenta cuentos aún no deciden si era ogro o dragón, que no permitía que la princesa saliera del palacio para ir a conocer el mundo de aventuras y regocijo que el poeta prometía.
Y hete aquí que el ogro-dragón impidió en varias ocasiones el viaje de la princesa tan bella, y el poeta vivía en el más profundo desespero al saber que la dueña de sus amores estaba impedido de ir a visitarle, y que el estaba impedido por dos mil trescientos kilómetros de hacer lo propio. Así que el poeta habló con el cuenta cuentos (Su seguro servidor) y le dijo así.
-Compañero de tantas batallas, ya sean etílicas y literarias, sé que has vivido en el reino extremadamente lejano, que estás hecho a sus costumbres y tradiciones, y conociendo tu agradable talante estoy seguro que habrás dejado más de un amigo fiel en aquellas tierras.
-Tanta belleza y tanta verdad hay en tus palabras, amigo poeta, que no me extraña que seas poeta- Respondió el cuenta cuentos, mamonamente…
Y es así que el poeta le narró al cuenta cuentos la situación sin escatimar detalle, y el cuenta cuentos hizo memoria para tratar de maquinar cual sería el mejor camino a seguir.
-A fe mía que en el reino extremadamente lejano habita más de una amiga, que pudiese darse a la tarea de sustraer a la princesa de las garras del fiero ogro-dragón, o dracogro, que es como la ciencia ha llamado a tan terrible criatura, habré de comunicarme con ellas para ver quien es la que está dispuesta a llevar a cabo tan valiente misión tan solo en el nombre del amor.
Más en ese momento, del terceto de amistades que vivían en el reino extremadamente lejano y aún cultivan un cariñoso afecto por el cuenta cuentos, ninguna estaba disponible. Y entonces, un destello de lucidez… destelló (Como era de esperarse) en la cabeza del joven cuenta cuentos.
-Amigo poeta, he de comunicarme con cierta dama de carácter gentil y dulce mirada que por otro lado cultiva el fino arte de la lucha libre, en sus múltiples viajes por los múltiples reinos ha hecho más de una amistad de dudosa calaña. Pudiese ser que nos fuera de ayuda en este trance.
-Amigo cuenta cuentos, nunca ha sido más necesitada una mujer luchadora.
Y el cuenta cuentos habló con la dama de tan aguerrido carácter, y ella acordó que podía mandar en tan difícil misión a un par de amigos suyos.
-Pero os advierto que mis amigos son un poco patanes, así que no vaya a ser que la princesa se sorprenda al verles.
El poeta y el cuenta cuentos se miraron a los ojos, acostumbrados a ser ellos los patanes de las historias, se preguntaban que tan patanes podrían llegar a ser los amigos de la luchadora.
-Pues mira que un poco de patanería no vendría mal- Razonó en voz alta el poeta.
Y al esperar el desarrollo de las cosas, que es la manera más natural de lograr que estas se resuelvan, el cuenta cuentos interrogó al poeta sobre las cualidades de su princesa, y las situaciones de su amor.
-¿Y has consultado ya a los oráculos, amigo poeta?-
-A la sibila de Delfos (que prefería estar muerta), a las varas de milenrama y los derviches penduleantes, incluso eché un volado.-
-¿Y cuales son los pronósticos, los pros y los contras?
-A fe de los más sabios, y a fe mía también, los pros son poquísimos y los contras conforman multitud, amigo cuenta cuentos, pero. ¿Cuando ha sido eso impedimento para que busquemos el amor?-
-Nunca mi poético amigo, y así nos vá-
-Brindo por eso-
Y a mil kilómetros de distancia el poeta y el cuenta cuentos compartieron un trago de ese brebaje carísimo que a los bardos les sale regalado, preparada con partes iguales de amores, despedidas y nostalgias.
Esta historia es totalmente cierta, el poeta es E.J., la joven princesa aún no sabemos si logró o no huir de Hermosillo, la luchadora en brillante armadura es Nancy S. Y el cuenta cuentos, pues es quien les cuenta este cuento. Espero más tarde averiguar el desenlace de tan emocionante historia, pues el avión de la princesa (Si pudo salir de su castillo) llegaba al aeropuerto ayer a las 10 de la noche, hora a la que yo me encontraba feliz con mi propia princesa.
Pues en este reino extremadamente lejano habitaba una princesa de una belleza tal, que escapaba a las definiciones de singularidad o pluralidad en primera, segunda o tercera persona. Era tanta su belleza que se rumoraba que tan solo de verla caían los jóvenes y mancebos pretendientes rendidos de amor a sus pies, lo cual era solo un rumor ya que el reino extremadamente lejano estaba tan extremadamente lejos que la mayoría de los pretendientes, jóvenes o viejos, mancebos o vividitos, no se aventuraban a tan difícil jornada.
Sin embargo un poeta aventurero fue llevado al reino tan lejano, sin duda con engaños como promesas de fama y fortuna, o cantidades desmedidas de alcohol, ya que cualesquiera de las mencionadas funcionaban para tentar el paladar de nuestro bardo en cuestión. Hallose el joven poeta frente a frente con la princesa cuya belleza ha sido tan comentada, y como suele sucederle a los poetas frente a las princesas, cayó bajo el embrujo de su lánguida mirada y dulce voz.
Pobre poeta.
Y como los poetas no suelen ser muy agraciados en la faz pero si en el fazer, nuestro héroe se dio a la tarea de endulzar el oído y el corazón de la princesa con palabras tan sacarosas, que el que esta historia cuenta no podría repetir, bajo riesgo de caer enamorado de si mismo.
Y la princesa amó al poeta.
Como era de esperarse la princesa estaba resguardada por un cruel ogro, de fealdad y malevolencia tan extrema que el poeta y el cuenta cuentos aún no deciden si era ogro o dragón, que no permitía que la princesa saliera del palacio para ir a conocer el mundo de aventuras y regocijo que el poeta prometía.
Y hete aquí que el ogro-dragón impidió en varias ocasiones el viaje de la princesa tan bella, y el poeta vivía en el más profundo desespero al saber que la dueña de sus amores estaba impedido de ir a visitarle, y que el estaba impedido por dos mil trescientos kilómetros de hacer lo propio. Así que el poeta habló con el cuenta cuentos (Su seguro servidor) y le dijo así.
-Compañero de tantas batallas, ya sean etílicas y literarias, sé que has vivido en el reino extremadamente lejano, que estás hecho a sus costumbres y tradiciones, y conociendo tu agradable talante estoy seguro que habrás dejado más de un amigo fiel en aquellas tierras.
-Tanta belleza y tanta verdad hay en tus palabras, amigo poeta, que no me extraña que seas poeta- Respondió el cuenta cuentos, mamonamente…
Y es así que el poeta le narró al cuenta cuentos la situación sin escatimar detalle, y el cuenta cuentos hizo memoria para tratar de maquinar cual sería el mejor camino a seguir.
-A fe mía que en el reino extremadamente lejano habita más de una amiga, que pudiese darse a la tarea de sustraer a la princesa de las garras del fiero ogro-dragón, o dracogro, que es como la ciencia ha llamado a tan terrible criatura, habré de comunicarme con ellas para ver quien es la que está dispuesta a llevar a cabo tan valiente misión tan solo en el nombre del amor.
Más en ese momento, del terceto de amistades que vivían en el reino extremadamente lejano y aún cultivan un cariñoso afecto por el cuenta cuentos, ninguna estaba disponible. Y entonces, un destello de lucidez… destelló (Como era de esperarse) en la cabeza del joven cuenta cuentos.
-Amigo poeta, he de comunicarme con cierta dama de carácter gentil y dulce mirada que por otro lado cultiva el fino arte de la lucha libre, en sus múltiples viajes por los múltiples reinos ha hecho más de una amistad de dudosa calaña. Pudiese ser que nos fuera de ayuda en este trance.
-Amigo cuenta cuentos, nunca ha sido más necesitada una mujer luchadora.
Y el cuenta cuentos habló con la dama de tan aguerrido carácter, y ella acordó que podía mandar en tan difícil misión a un par de amigos suyos.
-Pero os advierto que mis amigos son un poco patanes, así que no vaya a ser que la princesa se sorprenda al verles.
El poeta y el cuenta cuentos se miraron a los ojos, acostumbrados a ser ellos los patanes de las historias, se preguntaban que tan patanes podrían llegar a ser los amigos de la luchadora.
-Pues mira que un poco de patanería no vendría mal- Razonó en voz alta el poeta.
Y al esperar el desarrollo de las cosas, que es la manera más natural de lograr que estas se resuelvan, el cuenta cuentos interrogó al poeta sobre las cualidades de su princesa, y las situaciones de su amor.
-¿Y has consultado ya a los oráculos, amigo poeta?-
-A la sibila de Delfos (que prefería estar muerta), a las varas de milenrama y los derviches penduleantes, incluso eché un volado.-
-¿Y cuales son los pronósticos, los pros y los contras?
-A fe de los más sabios, y a fe mía también, los pros son poquísimos y los contras conforman multitud, amigo cuenta cuentos, pero. ¿Cuando ha sido eso impedimento para que busquemos el amor?-
-Nunca mi poético amigo, y así nos vá-
-Brindo por eso-
Y a mil kilómetros de distancia el poeta y el cuenta cuentos compartieron un trago de ese brebaje carísimo que a los bardos les sale regalado, preparada con partes iguales de amores, despedidas y nostalgias.
Esta historia es totalmente cierta, el poeta es E.J., la joven princesa aún no sabemos si logró o no huir de Hermosillo, la luchadora en brillante armadura es Nancy S. Y el cuenta cuentos, pues es quien les cuenta este cuento. Espero más tarde averiguar el desenlace de tan emocionante historia, pues el avión de la princesa (Si pudo salir de su castillo) llegaba al aeropuerto ayer a las 10 de la noche, hora a la que yo me encontraba feliz con mi propia princesa.
5 Comentarios:
Me parece hermoso tu cuento, me encantó...
Necesitamos saber qué pasó con la princesa Sonorense :O)
Síp, definitivamente hermoso, nada más que si fuera un cuento para niños te recomendaría quitarle el "mamonamente" jejeje
Creo que voy a hacer dos versiones entonces... una normal y una PG.
Hola, mi nombre es Oscar; hey que buena historia, esta tan bien planteada y tan agradable que embebe en sus letras a cualquiera que ose deleitarse con tu historia, me gusto mucho y creo que deberías hacer otro cuento como este para los fans de esta pagina que disfrutamos de lectura tan bonita como esta, saludos a todos los lectores y felicidades al escritor(a)
En cuántos reinos lejanos hay dragoines, princesas y enamorados... ¿No?
Quizás el cuento debería ser más original, y los reinos deberían ser uno mismo... Pero claro, los cuentos se basan en la realidad, como este bien lo demuestra.
Besotes enoooooorrmes!
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