jueves, enero 05, 2006

¿Moraleja es a moral lo que palabreja a palabra?

Había un hombre muy viejo viviendo en un cuerpo muy jóven, no tenía uso para la fuerza de sus brazos o la seguridad de sus pasos. Por lo cual no encajaba entre sus iguales, los demás niños corrían por ahí persiguiendo balones y empujandose unos a otros mientras el se sentaba en el piso a ver las labores sin final de las hormigas acarreando de un lado a otro tierra y hojitas sin razón aparente, ya imaginaba que de algo servía ese continuo trajinar. Cuando uno de los otros niños pisoteaba el hormiguero el se levantaba indignado a reclamar su desconsideración. Claro que el otro niño, ciego por esa ignorancia que en los niños se llama inocencia, no entendía porque nuestro personaje podía preocuparse por unos cuantos insectos. El mismo niño tampoco entendía, solo se sabía diferente, porque le faltaba el aliento al correr, no veía bien de lejos, y que a veces lloraba solo, recordando cosas, sin saber bien si eran memorias o sueños.

Cuando pasaron los años este hombre viejo en cuerpo de niño creció, poco a poco la distancia entre sus personalidades se redujo, de manera notable comenzó a funcionar mejor, primero caminando despacio, admirando el milagro de los árboles, tan grandes, sin atreverse a escalarlos por miedo a romperse. Con los otros niños aprendía a usar las palabras para decir lo que sentía, aunque a menudo hablaba de cosas que no comprendían, con los otros viejos hacía Tai chí en el jardín botánico, maravillandose con algo tan complicado como el equilibrio y la armonía, o tan sencillo. Los sueños fueron cada día más vívidos, fué entonces cuando descubrió que eran solo experiencias que había vivido pero aún no sucedían, y lo aceptó como los niños aceptan al mundo, como los viejos aceptan el olvido.

Cuando adolescente pasó por dos crisis al mismo tiempo, sabiendo perfectamente lo que le pasaba, comprendiendo al dedillo que no sufría de nada más que de edad, y por primera vez decidió que valía la pena sufrir. Tirarse de las azotéas, sabiendo que no se rompería, enamorarse sin pensar, sabiendo que lo destrozaría por unos instantes, pero tenía toda la vida por delante, o respaldandolo.

Así pasan los años para este ser extraño, tan extraño que nadie se daba cuenta de sus particularidades, se dedicó a recolectar las experiencias que le faltaba sacar de sus sueños, recorrer los caminos que recordaba en su singular vigilia, romper las ataduras con la madurez al mismo tiempo que iba llegando cuidadosamente a ella.

Nunca supo si alcanzaría el equilibrio, ni lo buscó, así como uno espera el final de una historia sin querer que termine. Así se encontró con que el ultimo de sus sueños tendría que hacerse parte de su vida algún día. Hoy este hombre te mira queriendo tener ojos de niño. ¿Le cuentas tu historia? No importa que séa una fábula sin moraleja.

6 Comentarios:

Blogger mau dijo...

El final es excelente, que bárbaro, me gustó mucho.

Por un lado este personaje parecía presumir de un poco más de intelegencia que los que le rodeaban, pero paradógicamente algunos definen inteligencia emocional como "capacidad de adaptación"... podría ser una moraleja.

5/1/06 16:21  
Blogger Dharma dijo...

A veces me pregunto si existirá un último sueño. La ambición humana es mucha, y generalmente, después del que creemos el último sueño aparecen otros más, relacionados, o desencadenados por esa última consagración que creíamos la definitiva.
Sería tonto creer que la búsqueda tiene una meta final... El recorrido es siempre mucho más interesante.
O tal vez me equivoco. Pero hoy estoy terca, así que me tiendo a creer que no.
Una abrazote perrillo!

5/1/06 17:48  
Blogger Pablo Perro dijo...

Mau: Muchas gracias! En cuanto al aálisis, si, puede ser, pero también se puede pensar que cuando un niño sufre asma y miopía extrema, o cuando sus piernas no están en el angulo normal, se desarrolla en dimensiones diferentes que los otros niños.

Dhar: Tan seguro como que a una noche sigue el día y despues una noche más, así a un sueño sigue otro, como los granos de arena, cuando una ola se los lleva, siempre hay uno nuevo ahí.

Y sí, alguna vez un montañista me dijo "Si vas allá arriba" Señalando al crater del Popocatepetl "En lo único que te debes de preocupar es el próximo paso. El crater sigue ahí, a lo mejor llegas, a lo mejor, no, pero disfruta cada paso, cada jadéo, cada crujido de la nieve".

6/1/06 10:15  
Blogger Tramontana dijo...

La idea de que los sueños era lo que había vivido pero todavía no le sucedían me dió escalofríos, especialmente porque creo que la desarrollaste muy bien a lo largo de toda la narración.

Exelente! De lo mejor que he leio tuyo.

6/1/06 10:53  
Blogger cris dijo...

Muy buena narración, Pablo, estupenda.
Intentaré ponerme poco a poco al día con las Navidades voy llevo retraso de lecura de posts.
¡Feliz año!

8/1/06 07:58  
Blogger Proyectos, Trabajos y Galería de fabiancavazos dijo...

creo que en algún momento todos tenemos algo de ese niño, soñamos despiertos, soñamos dormidos, crecemos, nos acostumbramos, nos adaptamos, en otros somos como los niños que jugamos y pisoteamos las hormigas, lo importante es que al tomar conciencia de nuestros sueños lo hagamos también sabiendo que un día tendremos el último de ellos y con eso habremos de decidir a conciencia cuál será

genial tu cuento...

8/1/06 15:05  

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