Taller (Se le cayó la espiroqueta dela chafaldrana jefe!)
Al sentarme en una llanta suelta a observar el avance de mis compañeros y fumar un cigarro, pienso en una frase que escuché hace 20 años, “No hay nada más delicioso que sentarse, lleno de grasa y cansancio, a fumar un cigarrillo una vez que terminas de arreglar tu auto”.
Tal vez te sorprenda saber que me lo dijo mi maestra de canto, pero si tomas en cuenta que los que ahora están batallando frente a mí con un mazo para soltar la ultima pieza de la suspensión de un Jeep 76 son un gerente de recursos humanos y un consultor en sistemas electrónicos la sorpresa se mitiga un poco. Y es que hay mil maneras en las que cada uno ocupa su tiempo libre, algunos se empeñan en echar a perder un paseo por el campo disfrazándolo de juego de golf, otros se entregan al vicio solitario (la lectura compulsiva), y los más se apoltronan frente a un televisor a observar a otras personas haciendo otras cosas.
Este pequeño grupo que hoy observo, del que formo parte de algún modo, esta subcultura, pertenece a una raza diferente, se entregan en cuerpo y alma a las máquinas, haciéndose amigos de los dueños de talleres y refaccionárias para conocer los secretos del oficio y obtener cuanto beneficio sea posible. En particular son aficionados a los vehículos todoterreno, dobletracción, 4x4 o como quieras llamarle, les gustan los vehículos grandes y potentes que o se detengan ante cualquier bachecito en el camino, aunque sean incómodos y definitivamente, por que no decirlo, feos con sus enormes llantas y multitud de tallones causados por árboles y piedras.
Pero eso es apenas la punta de iceberg, la mayor parte de la diversión ocurre aquí, en el taller mecánico después de las seis, cuando los trabajadores usuales se han ido y “El Gera” (Dueño del taller y aficionado al mismo tiempo) les da rienda suelta para satisfacer sus deseos. Y estos hombres civilizados que durante el día usan corbata y camisa polo se cubren de grasa y juegan volados a ver quien va por las cervezas mientras se afina una transmisión, o se instala una nueva bomba de agua. Y con las manos sucias y las mentes ágiles resuelven problemas de geometría y resistencia con lápiz sobre un cartón de cerveza.
En “La Pianola” de Kart Vonegutt Jr, a quien se define muy a su pesar como escritor de ciencia ficción, se nos plantea una sociedad hiperdesarrollada, donde la clase dominante esta formada por ingenieros y administradores. Y los demás son solo obreros sin iniciativa ni merecedores de algún respeto. Sin embargo hay algo que a los Ingenieros y a los Administradores se les ha olvidado, la habilidad de resolver problemas con las manos y la cabeza, de ingeniárselas, de ser un “handyman” como se les llama en inglés, en nuestro mexicanísimo español sería un “talachas” o el que hace una “mexicanada” a la voz de “¡Un alambrito y queda!”. Pues resulta que ese ingenio, esa chapucería, ese factor innegable en nuestra naturaleza es ni más ni menos que lo que nos hace lo que somos, creativos y adaptables, humanos. Como siempre Vonegutt presenta un panorama extremo, y nos hace reír como locos durante trescientas páginas para después sumergirnos de cabeza en un balde de agua fría en la última página, de ser posible en la última línea, y nos dejará pensando por días enteros que lo que nos ha hecho reír es mucho más serio de lo que parece.
Y de vuelta al taller de “El Gera”, incluso sin haber leído a Vonegutt hay aquí cuatro individuos con educacion universitaria que presumen de poder arreglar un carburador con un alambrito y medio empaque, que saben, sin necesidad de que se lo señalen, que el ser humano vale menos por lo que estudió, que por lo bien que se las puede arreglar con lo que tiene a la mano. Y realmente no hay nada mejor que sentarse, embarrado de grasa y cansancio, a fumar un cigarrillo una vez que se acaba el trabajo.
Aquí se ve en acción el principio de "arreglatelas como puedas", despues de arreglar pesado jeep 76 demostramos una vez más, en borrosa y horrorosa fotografía, que todo se arregla con cinta de ductos, de hecho esa línea brillante en el cristal izquierdo de mis ya defuntos lentes también es cinta de ductos y logró que terminaramos la competencia a pesar de que se rompieron.
Tal vez te sorprenda saber que me lo dijo mi maestra de canto, pero si tomas en cuenta que los que ahora están batallando frente a mí con un mazo para soltar la ultima pieza de la suspensión de un Jeep 76 son un gerente de recursos humanos y un consultor en sistemas electrónicos la sorpresa se mitiga un poco. Y es que hay mil maneras en las que cada uno ocupa su tiempo libre, algunos se empeñan en echar a perder un paseo por el campo disfrazándolo de juego de golf, otros se entregan al vicio solitario (la lectura compulsiva), y los más se apoltronan frente a un televisor a observar a otras personas haciendo otras cosas.
Este pequeño grupo que hoy observo, del que formo parte de algún modo, esta subcultura, pertenece a una raza diferente, se entregan en cuerpo y alma a las máquinas, haciéndose amigos de los dueños de talleres y refaccionárias para conocer los secretos del oficio y obtener cuanto beneficio sea posible. En particular son aficionados a los vehículos todoterreno, dobletracción, 4x4 o como quieras llamarle, les gustan los vehículos grandes y potentes que o se detengan ante cualquier bachecito en el camino, aunque sean incómodos y definitivamente, por que no decirlo, feos con sus enormes llantas y multitud de tallones causados por árboles y piedras.
Pero eso es apenas la punta de iceberg, la mayor parte de la diversión ocurre aquí, en el taller mecánico después de las seis, cuando los trabajadores usuales se han ido y “El Gera” (Dueño del taller y aficionado al mismo tiempo) les da rienda suelta para satisfacer sus deseos. Y estos hombres civilizados que durante el día usan corbata y camisa polo se cubren de grasa y juegan volados a ver quien va por las cervezas mientras se afina una transmisión, o se instala una nueva bomba de agua. Y con las manos sucias y las mentes ágiles resuelven problemas de geometría y resistencia con lápiz sobre un cartón de cerveza.
En “La Pianola” de Kart Vonegutt Jr, a quien se define muy a su pesar como escritor de ciencia ficción, se nos plantea una sociedad hiperdesarrollada, donde la clase dominante esta formada por ingenieros y administradores. Y los demás son solo obreros sin iniciativa ni merecedores de algún respeto. Sin embargo hay algo que a los Ingenieros y a los Administradores se les ha olvidado, la habilidad de resolver problemas con las manos y la cabeza, de ingeniárselas, de ser un “handyman” como se les llama en inglés, en nuestro mexicanísimo español sería un “talachas” o el que hace una “mexicanada” a la voz de “¡Un alambrito y queda!”. Pues resulta que ese ingenio, esa chapucería, ese factor innegable en nuestra naturaleza es ni más ni menos que lo que nos hace lo que somos, creativos y adaptables, humanos. Como siempre Vonegutt presenta un panorama extremo, y nos hace reír como locos durante trescientas páginas para después sumergirnos de cabeza en un balde de agua fría en la última página, de ser posible en la última línea, y nos dejará pensando por días enteros que lo que nos ha hecho reír es mucho más serio de lo que parece.
Y de vuelta al taller de “El Gera”, incluso sin haber leído a Vonegutt hay aquí cuatro individuos con educacion universitaria que presumen de poder arreglar un carburador con un alambrito y medio empaque, que saben, sin necesidad de que se lo señalen, que el ser humano vale menos por lo que estudió, que por lo bien que se las puede arreglar con lo que tiene a la mano. Y realmente no hay nada mejor que sentarse, embarrado de grasa y cansancio, a fumar un cigarrillo una vez que se acaba el trabajo.
Aquí se ve en acción el principio de "arreglatelas como puedas", despues de arreglar pesado jeep 76 demostramos una vez más, en borrosa y horrorosa fotografía, que todo se arregla con cinta de ductos, de hecho esa línea brillante en el cristal izquierdo de mis ya defuntos lentes también es cinta de ductos y logró que terminaramos la competencia a pesar de que se rompieron.
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