domingo, julio 24, 2005

Despues

De la sierra vine a pasar un buén tiempo en la vieja ciudad de hierro, la ciudad de los palacios, pasé un buen tiempo, maravilloso.

Me dí cuenta que los estereotipos tienen una razón de ser, no están en vano.

No me enojé contigo, pero en verdad, despues de una semana de sierra y silencios, tanta gente y tanto ruido y tantas cosas en un solo día me hicieron mal, no me gusta estar sobrio entre tanta gente, la violencia a mi alrededor me da miedo y al mismo tiempo se me antoja, como quien se asoma al borde del precipicio y quiere huir y brincar almismo tiempo.

No es mi estilo.

Despues de tanta vida en la sierra de Ixtlan, o en Zoncuantla, o en Rayones, o en Xilitla... comienzo a pensar que mi naturaleza no es para estar codo a codo, para recibir empujones impunes, para no poder hablar sin levantar la voz.

Me gusta mi voz calmada cuando puedo pensar las cosas. Porque soy tan tonto que necesito mucho tiempo para pensarlas, quisiera siempre poder darmelo mientras hablo.

Carajo, no me quiero ni tantito hoy, pero he huido otra vez a Oaxaca y tengo de nuevo la posibilidad de caminar con calma por calles tranquilas, en Tlalixtac y con Argel y familia el tiempo pasa más despacio y las puertas no son para dejar afuera a la ciudad sino para dejar entrar el aire y salir la música.

Me reputéa que las despedidas sean tan pinches, al tiempo que siento ya como costumbre esta sensación de caminar, solo, con frío en el pecho, abandonando una ciudad, cualquier ciudad.

A esta volveré, no sé como, se que pronto.

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