viernes, mayo 19, 2006

En el metro

no puedo dejar de ver a la gente, tu siempre me has dicho que tengo mirada de voyeur, que ando mirando por todos lados y en todos los recovecos, que debe ser por trabajar con la cámara. Lo chistoso es que soy un mal fotógrafo, que salgo siempre con la cámara a la mano pero muchísimas veces la dejo adentro de la mochila porque me ataca el egoísmo y decido que las fotos a veces solo me deben pertenecer a mí.

Pero tienes razón, mi mirada es de voyeur, y no es por la cámara, más bien fue después que me convencí que debería de algún modo dejar registro de las cosas que veo. Mucho antes ya miraba a todos, muchas veces, en la calle, en las casas, en la oficina me aprendía cada detalle de color en cada cubículo, quien tenía una florecita y quien la foto de sus hijos, así me di cuenta que tienes los pies grandes para tu altura. Cuando me preguntaste si había notado que tenías de raro, con esa voz que parece salirte siempre entre sueños, te dije que la segunda falange de tu meñique izquierdo está un poco torcida y que tus pies son grandes. Creo que por eso te gusté.

Así miro a la gente en el vagón del metro, así miro al señor que vende chicles, que parece Marlon Brando a sus veinte años, pero moreno y bajito, y trae un chaleco como los que usa mi abuelo y siempre he pensado que usaré yo cuando sea abuelo. También a la señora que lee una novela de José Emilio Pacheco y separa momentáneamente la página con el dedo para ver de nuevo en que estación vamos, y a la chica que casi dormida se acaricia el cuello con la yema del índice derecho.

se acaricia el cuello como si se masturbara, así como imagino que dices que te tocas frente a mi mirada, imaginándote imaginada, viéndote observada por esa cualidad en mis ojos que nunca he comprendido, yo solamente veo, tu dices que con verte basta para todo.

Y sin embargo siempre cuando te toco me castigas escondiendome lo que busco, donde me quiero perder, cierras los ojos cuando la piel y la piel por fin se tocan, dices que hay demasiadas cosas que sientes como para perder el tiempo mirando afuera de ti.

Y yo miro y miro gente en el metro, y miro y miro calles húmedas. Acaba de llover y mis zapatos hacen ruido porque nunca le doy vuelta a los charcos, me gusta romper espejos al caminar.

Y miro y recuerdo a la chica que se masturbaba en el metro, y los espejos rotos y tus ojos cerrados y tus parpados temblando

Esa última es la foto que hoy será solo mía.

Aunque lleve meses sin verla.

7 Comentarios:

Blogger Tramontana dijo...

Me gusta el tono evocativo del cuento, que obliga al lector a ver los detalles que normalmente no ve.

Deliciosa la imagen de romper los espejos de los charcos.

20/5/06 09:45  
Blogger Administrador dijo...

lo que escribes tiene fijeza de ojos negros marca canon, cada vez mejor, un beso

21/5/06 03:46  
Blogger Chilanga Catastrófica dijo...

Definitivo, hay fotos o postales que uno debe guardarse para sí mismos. Tu te quedas para ti con esa foto, pero para el que te lee es doble placer: que cuentes lo que ves (y viceversa).
Un beso y Salud(os)!!

21/5/06 22:40  
Blogger Argüello dijo...

Nada como un poco de distancia para acentuar el hechizo: la foto, la cámara, el espejo... y tú lo has dicho, con los ojos abiertos, que se aguanten las cabronas.

11/6/06 19:28  
Blogger Dharma dijo...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

12/6/06 07:31  
Blogger Dharma dijo...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

12/6/06 07:34  
Blogger Dharma dijo...

Vaya, parece que las palabras no me salen hoy...

Donde dice, "me castigas escondiendome lo que busco", yo no veo castigos, veo entrega, por todo lo que sigue.
Quizás tu personaje no haya visto lo que quería ver, y eso nubló su percepción de lo que ella le estaba dando en realidad.

El problema del voyeur, es que su mirada está condicionada por la expectativa de lo que quiere ver. Es difícil que se acostumbre a recibir las imágenes sin más, sin esperar nada más de ellas.

Con tu entrenamiento de fotógrafo, creo que ese podría no ser tu caso la mayoría de las veces, sin embargo, no estás libre de caer en el error.

Por ejemplo, esa foto que tu personaje no ve hace meses, es probable que nunca le haya pertenecido realmente. La imagen se adueña de uno, más que uno de ella.

Lo sé, porque tengo imágenes que creí mías y ahora parecen mis dueñas. Algunas se remontan a años atrás, otras hace unos meses, otras hace unos días, y algunas, muchas de ellas, no han pasado aún, y no sé si lleguen a pasar realmente.

Mi mirada también es de voyeur, élas. Yo también caí más de una vez en la red de pensar que lo veía todo, y me perdía lo que tenía realmente en frente para ver.

Por eso somos humanos, supongo.

¿Qué hará tu personaje con una foto sólo de él? A quién culparía si la olvida? ¿A quién culparía si la imagen de repente se distorsiona y pierde nitidez, y lo que ella despierta también? ¿A quién acudiría por consuelo?

Perdón por la verborragia. En realidad, y aunque parezca mentira, las palabras son cosa difícil estos días para mí.
Portate.

12/6/06 07:47  

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